iraxdios
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álamo3

En un pequeño pueblito de la sierra de Madrid, en su centro histórico, aparece un lugar en decadencia y descomposición. Una pequeña intervención de texturas y rehabilitación desde la sensibilidad. Los materiales blandos, los enconfrados textiles, el ornamento y las pequeñas alteraciones de la domesticidad se vuelven protagonistas, como de costumbre. A través del juego de la normativa, multiplicamos los 28m2 iniciales hasta llegar a los 60m2. 
Tiempo de desarrollo: 1 semana.

arquitectxs: iraxxxdios
colaboradorxs: inésruizalcérreca y miguelángelgonzálezrivero




Aparece en la entrada un conjunto de arcos cerámicos, con ladrillos macizos sin llaga de mortero, que sirven de sustrato y maceta para un conjunto de enredaderas. Estas permiten el establecimiento de un control solar, con menos densidad en las ventanas por control lumínico, que actúan de intervención bioclimática de control de temperatura para la época estival, tan necesarias por el tipo de construcción antigua.
El inconsciente colectivo castizo nos conduce a una solución que aporta valor, tanto arquitectónico, como económico como bioclimático, como, por supuesto, intangible.
El suelo se plantea con un encofrado textil en el que se vierte mortero y piedras coloreadas.
El espacio de la terraza, antes abandonado, se propugna como extensión doméstica de uno de los elementos fundamentales: la cocina. Aparecen unas mantillas, unos textiles tipo encaje, que terminan en un canalón corrido con agua fría: esto permite que la tela se encuentre mojada, lo que producirá un efecto evaporativo que climatizará de una forma sencilla el espacio, además de permitir un control visual con el vecino. La puerta de entrada a la vivienda cuenta con un hueco acristalado, aumentando la luminosidad de la vivienda, actualmente muy escasa. En el volumen que se conecta con el patio, la cocina, se elimina el falso techo con el fin de ganar altura por la estrechez espacial existente. Además, la nueva nivelación de la planta 4, aporta a la vivienda una gran terraza superior, aumentando los m2, y teniendo unos espacios exteriores domésticos interconectados. 

En este volumen, se enmarca un hueco con unas molduras, para producirse el noble y útil arte de pasar los planos limpios y sucios para su limpieza, favoreciendo la participación familiar. La encimera se extiende para dar pie a una mesa para diferentes usos programáticos, además de contar con una serie de extensiones que dar cabida a los nuevos artilugios que disponemos cada vez más (cafetera tipo Nespreso, Termomix...).
Dado que el espacio es muy limitado, aparece una mesa circular en el espacio central que, gracias al sistema de poleas, puede subir y bajarse con facilidad, desapareciendo en los momentos deseados. A su izquierda, se presenta un pequeño estudio de trabajo, con el mismo sistema  de poleas: permite transformar el espacio en una especie de cine para una pareja/trieja/churris/hijxs, utilizando el hueco de la escalera inferior como un contenedor tecnológico. La escalera se cierra para disponer de una zona de lavado y almacenamiento de ropa sucia, con un tablón de madera con aislamiento acústico suficiente y necesario para que permita poner la lavadora sin que "atruene" a toda la casa. La zona inferior cuenta con un pequeño aseo con inodoro, ducha y lavamanos. El inodoro nunca se ve directamente gracias al juego visual que aporta el textil, pero se juega con pavés de diferentes colores para intuir qué ocurre dentro, y qué siluetas nos develan los cuerpos desnudos. El suelo se blandifica para que sea más agradable, ya que el cuerpo desnudo es la mayor expresión de sensibilidad y vulnerabilidad posible.
Y subimos, y llegamos a la planta 4. Y de repente, un encuadre de las montañas que rodea a Miraflores. Esta vista permite articular dos dormitorios con camas de gran tamaño, separadas por los elementos blandos, el vestidor/tocador común y un baño grande con inodoro, lavamanos, ducha y bañera japonesa. De nuevo, desde nuestro cuerpo desnudo y el calorcito de la bañera, disfrutamos del paisaje que el pueblo no desvela. La doble puerta del piso 4 permite una entrada secreta por unos de los baños para encuentros fortuitos, además de permitir entrar por una zona con instalaciones diseñadas para ser vistas. Las inclinaciones de la cubierta son aprovechadas entre almacenamiento y huecos para ver las estrellas que la contaminación lumínima no permite ver en Madrid... La habitación contigua se conecta con las nuevas terrazas generadas: cortando inhabitable ala de la cubierta para generar la continuidad del patio de la planta 3 aumentando la calidad de vida de los futuros habitantes. La sensualidad de las estructuras antiguas de madera vista se mantiene, colocando a su vez los refuerzos necesarios: una nueva red de nervios que permite el minimo consumo de material, además de permitir la sujección óptima del aislamiento térmico y las tejas colocadas de diferentes formas: la más tradicional, y el giro para permitir unas tejas en forma de uña postiza. Todo ello constribuirá en el mantenimiento estético de la población, en aras al mantenimiento tradicional de la arquitectura, pero aportando un valor de habitabilidad y singularidad a la propuesta.