álamo3
Enero 2023 ·hasta· Febrero 2023
Lugar: Miraflores de la Sierra, Madrid
Fase única: anteproyecto. Desarrollo 1 semana. Promoción Privada.
En el casco antiguo de un pueblo serrano madrileño, una ruina en descomposición se transforma en laboratorio táctil: una intervención mínima que injerta texturas suaves, encofrados textiles y ornamentos indisciplinados para reprogramar lo doméstico. Con la picaresca normativa como aliada, los 28 m² originales se pliegan y superponen hasta desplegar 60 m² de atmósferas blandas, habitables y sensibles.
Lugar: Miraflores de la Sierra, Madrid
Fase única: anteproyecto. Desarrollo 1 semana. Promoción Privada.
En el casco antiguo de un pueblo serrano madrileño, una ruina en descomposición se transforma en laboratorio táctil: una intervención mínima que injerta texturas suaves, encofrados textiles y ornamentos indisciplinados para reprogramar lo doméstico. Con la picaresca normativa como aliada, los 28 m² originales se pliegan y superponen hasta desplegar 60 m² de atmósferas blandas, habitables y sensibles.


Este es un ejemplo de cómo las arquitecturas de cuidado pueden transformar un lugar en descomposición (técnica, formal y ética), la intervención reactiva una vivienda de Miraflores mediante ensamblajes reversibles que mezclan saberes artesanales, vegetación viva y mecanismos transformables. Los arcos cerámicos, trabados en seco como si citasen la lógica textil, funcionan a la vez como maceteros estructurales: las enredaderas sombrean las ventanas estivales y liberan ganancias solares en invierno, decantando una climatización afectiva almodovariana. Bajo los pies, un suelo colado sobre encofrado de tela deja que el mortero y los áridos pigmentados solidifiquen en un patchwork cromático; la porosidad resultante remite al mármol blando donde la imperfección material se vuelve productiva.
El enfriamiento evaporativo se logra mediante encajes siempre húmedos, gesto que intercala la sensualidad textil. Al interior, una mesa circular y una encimera extensible ascienden o desaparecen con poleas, actualizando un mobiliario metabólico (Jack Halberstam)—espacios que se desidentifican para alojar cine doméstico y deseo. Detrás, el hueco de escalera se convierte en visibilizador tecnológico y la lavandería se insonoriza: prácticas cotidianas como tácticas micro-políticas dentro de la rutina construida. “Dentro de una vivienda así no cabrían aquello que se considera secundario”, pensarían algunos. Una táctica del realismo doméstico que aquí se rompe. El baño se vela con materiales translúcidos para sugerir cuerpos. El pavimento acolchado cuida la vulnerabilidad del cuerpo desnudo.
En la planta superior, la demolición parcial del falso techo libera una sección luminosa y se conecta con una terraza que extiende el patio inferior, encontrando interticialidad doméstica. El intersticio interno se transforma en baño y vestidor, redefiniendo la privacidad. Lucernarios inclinados perforan la cubierta rehabilitada: mientras la red mínima de refuerzos respeta la sensualidad de la madera antigua, las tejas giradas en forma de “uña postiza” juegan con la estética local y recuerdan la “falsa naturalidad”. Así, al hibridar estrategias bioclimáticas con dispositivos lúdicos y eróticos, materiales biodigitales, la propuesta materializa un “realismo doméstico” (Helen Hester) que cuida tanto del cuerpo construido como de los cuerpos que lo habitan, reivindicando placer y sustentabilidad como dos caras de la misma arquitectura postcapitalista.










